Comentario
La escultura durante el siglo XVI en Alemania -siempre en la consideración dicha de no circunscribirla al país actual-continúa inmersa en el mundo gótico, en gran medida por la labor de los prestigiosos talleres de Tilman Riemenschneider, Veit Stoss y Peter Vischer, que prolongan su actividad hasta bien entrado el quinientos.
La pintura y el grabado, ambos con igual consideración de artes mayores, serán los objetivos de nuestra atención.
El grabado en la Alemania del siglo XVI, partiendo de los magníficos logros conseguidos por Martín Schongauer y su círculo de Colmar, y mediante el perfeccionamiento de las técnicas (en madera y en cobre), alcanzará unas calidades extraordinarias y será, en todos los sentidos, un vehículo plástico altamente utilizado.
Dos van a ser los ejes fundamentales en torno a los que girarán las artes figurativas alemanas del quinientos, a saber, la problemática Reforma luterana-imagen religiosa y los encargos de la corte imperial de Maximiliano I; con un pie en ambos ejes, a los que aporta soluciones claves, mediante los dos lenguajes plásticos citados -pintura y grabado- y con resultados, asimismo, absolutamente fundamentales, consideraremos a Durero y su obra.